Crónicas de ciudad XI

Conociendo al vecino extranjero


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Culo

pija

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Vivo en un loft de planta alta de una casa vieja que el dueño se la arreglo para dividirla en dos, eran amplios pero las instalaciones eran un desastre, sin aviso saltaban las llaves y tenías que bajar hasta el zaguán donde estaba el tablero de luz para levantarla, accedíamos por medio de una espinada escalera metálica, por cierto muy ruidosa y añosa, de un solo tramo, ese día no falló la luz sino el agua corriente, se echó a perder un grifo y no tuve más que bajar casi lanzándome para que no se echaran a perder algunos bocetos en los que trabajé la noche anterior, era medio día de sábado así que no tenía ninguna posibilidad de conseguir un plomero hasta el lunes, traté de componer el grifo y así repetidas veces subía y bajaba las escaleras, mi vecino de junto resultó ser un portorriqueño que había venido en busca de algo de suerte, nunca nos habíamos cruzado, no lo conocía pues no coincidíamos en los horarios pero ese día estaba en su loft así y motivado por la curiosidad abrió su puerta que se enfrentaba con la mía a ver qué sucedía y el por qué de tanta subida y bajada, yo tenía la puerta abierta, llevaba puesto un short por demás ajustado y una camisilla ceñida al cuerpo, calzaba una chancletas no demasiado varonil, estaba de espaldas y semi arrodillado buscando un destornillador o sea que mi cola que no es la gran cosa pero bien parada, dura y con el short ajustado tenía lo suyo y estaba expuesta para quien la quisiera apreciar, escuché un hola, te puedo ayudar que venía desde la puerta, me incorporo y giro lentamente completamente mojado por la pérdida y sudado por el calor y el esfuerzo que suponía mis constantes subidas y bajadas.

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Soy Ramón tu vecino y me tendió la mano, casi muero al percatarme que era bien negro (siempre tuve morbo por los negros por aquello que dicen que la tienen como burro), era alto, delgado y no se sé si bien parecido porque todos al igual que los orientales me parecen iguales, me gustaba porque no tenía una gota de grasa, tenía la cabeza rapada, ningún pelo visible en el cuerpo (me enloquecen los lampiños o depilados), de reojo miré su manaza que me ofrecía (eran enormes y existe el mito de que la mano grande es sinónimos de pija descomunal), dije para mis adentros, que tal si pudiera comprobar con mi vecino la veracidad del mito, lo admito, más que su presencia fue mi imaginación la que hizo que me calentara, le sonreí, tomé sus manos con expectación y le dije soy Rolo pero me dicen Bebé y mis amigos tesoro, me lancé para que se pudriera de entrada o me diera pie a algo más sin vueltas, me sonrió y me guiñó el ojo, lo tomé como que el camino estaba abierto, en fin lo invité a pasar, le conté lo sucedido y el por qué trataba de componerlo a medias, mirá Bebé –me dijo- si me permites creo que tengo un tapón que lo podemos enroscar donde está el grifo y podrás disponer de agua hasta que consigas a alguien que te lo arregle, fue a buscarlo y al toque vino con algo en la mano, lo taponamos y si no funciona hasta que alguien te lo arregles puedes usar mi baño y cocina, esto último me confirmaba que esa tarde me comería un rico negro centroamericano, tenía puesto un pesador bien holgado y se había quitado la camisa que la llevaba abierta para maniobrar, tomé la llave que tenía en una mano, haciéndome del tonto le acaricié sus manazas y le dije que lo haría yo pero que podría darme una mano bajando a cerrar la llave general, que cuando lo tuviera listo le avisaría para vuelva a abrirla, bajó, cerró la llave y espero mi aviso.

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Agitado por la calentura, enseguida puse el tapón y bajé a decirle que estaba listo, la abrió y subimos, yo iba primero él detrás de mí, subía despacio de modo que mi cola quedara prácticamente a la altura de su rostro, mientras subíamos me dijo: chico que linda cola tienes Bebé, me detuve, giré levemente y le dije, si querés la podes tocar a ver qué tal te parece..? casi muero al sentir como envolvía con sus manos mis nalgas, acabamos de subir y le pregunto y qué tal te pareció..? Están buenísimas me dijo con esa tonada típica del trópico, acabamos de subir, lo tomo de la mano, me cuelgo de su cuello y pegado a su boca le digo: si te gustó te la doy (a esas alturas ya introduje una de mis manos en pescador y hurgaba por su pija) a ver quiero ver lo que traes entre las piernas, casi muero al sentir que si bien ya estaba al palísimo, el tamaño de la cabeza era casi equivalente al de una pelotita de tenis, instantáneamente y sin preámbulo alguno, me arrodillo todavía en la puerta, le bajo la pescadora, el ajustado slip blanco que daba muestras de su calentura porque estaba mojado por sus líquidos preseminales y al liberarla por completo por el efecto elástico me da un cachiporrazo en la cara que casi me tumba, me inunda su olor a macho que llevaba guardado, le abarco con ambas manos y todavía cabía otra más, luego se la medí, tenía parada 32 cm y una circunferencia de 9cm, era descomunal, me la puse en la boca como pude pero me dolían por el esfuerzo de apertura la comisura de mis labios, casi mis rostro por completo lo podía enterrar entre sus huevos que parecían de avestruz, mientras me divertía con sus pelotas y pija le empezaba a introducir un dedo en su ojete, lubricado por mi saliva y sus jugos, la entrepierna la tenía prolijamente depilada, conste que busqué con esmero pero no encontré ningún pelo suelto, entramos lo senté en el diván y seguí con lo mío, él escupía copiosamente entre sus manos, las fregaba y me metía el dedo medio que tenía el tamaño de una en desarrollo pero larga, luego fueron dos, mediante mis habituales y cotidianos ejercicios anales, mantengo bastante bien el control de mis músculos anales, los dilaté lo más que pude y sin dejar de divertirme con sus pelotas y pija en la boca, empecé a darle empujones para me metiera más dedos y así acostumbrarlo a lo que vendría luego, cuando consideré que mi culo estaba lo suficientemente abierto por los cuatro dedos que entraban y salía a voluntad, me incorporé, le pedí que se quedara quieto y giré hacia el exponiendo mi culo ante su rostro, le pedí que escupiera lo más que pudiera, Ramón escupió y me lo chupó divinamente, tenía una lengua dura y grande con que me empezó a coger y hacer sentir escalofríos, tanto mi pija como mi escroto estaban duros de tanta calentura, volví a girar lo acomodé a Ramón y mirándolo me puse en posición para introducirlo dentro mío.

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Le pedí que se quedara quieto, me le subí encima, utilicé su cabeza como pincel, me la pasé por toda la raja me la puse entre las piernas, comprobé que bien podría atravesarme pues toda la cabeza y dos dedos de cuerpo quedaban fuera, la puse en la entrada y empecé presionarla, cuando tuve la cabeza dentro casi me saltan los ojos, estaba siendo empalado, me dolía, me salían lágrimas pero estaba decido a ser completamente empalado por ese monstruo, a esa altura ya no era simple calentura sino obsesión porque así como casi me mataba en ese momento, luego debía darme placer, así en medio de lagrimones, ayes y llamdaas de auxilio me la fui metiendo, Ramón estaba quieto, hacía lo suyo al ponerla cada vez más dura y caliente, casi quemaba mis paredes, al cabo de no sé cuantos minutos siento sus enormes pelotas contra mis nalgas, el objetivo estaba logrado, me quedé inmóvil, nos empezamos a besar con frenesí y sin darme cuenta empecé a sentir algo de placer, Ramón me lanza dos escupitajos en mi rostro, lame mi rostro y me besa, su lengua me llegaba a la campanilla, esa sensación hizo que empezara a cabalgarlo lentamente todavía con mucho dolor, parecía que mis paredes anales con los movimientos salían para afuera, sentía que el culo se me remangaba, eso me calentó y me acostumbré a esa incomodidad que me causaba inmenso placer y lo empecé a cabalgar, desapareció el dolor y comencé a experimentar placer que llegaban en oleadas, acabé sobre su estómago sin tocarme, recogió mi leche con sus manos, se los llevó a la boca, lo probó y luego me besó y me pasó mis propios jugos, empecé a cabalgarlo desenfrenadamente, sentía como mi culo salía y volvía a ser introducido por el mismo instrumento que lo replegaba, las oleadas me hacían tiritar, Ramón me sujeta entre sus manos me levanta, casi la desenfunda por completo y de un envión me la vuelve a introducir, lo repite como 10 veces más y acaba como bestia dentro mío, yo vuelvo a terminar sin tocarme.

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Me sorprendo al darme cuenta que la seguía teniendo dura, lo vuelvo a cabalgar, nos besamos, me muerde las tetillas, me da tirones a mis huevos, y me vuelve a coger con fuerza pero sin prisa, siento más placer que en el primer round por cuanto que su leche hizo que mis paredes no se replegaran tanto, los chaquidos húmedos de mis nalgas contra sus huevos daban melodía a la descomunal cogida que pegaba al negro, probamos varias posiciones, se la volví a chupar en tanto el hacía lo mismo, se puso encima de mí, mis patas las acomodé a los lados de su cuello, me lamía los pies entre los dedos y me daba mordiscos en la planta, me provocaban un cosquilleo que me calentaba mucho más, me cogió como animal de cuatro, de costado, me había una tierna paja con sus manos, me besaba y mordisqueaba el cuello y las orejas, así al cabo de media hora de serrucha ininterrumpida, volvió a depositar su leche en mi abierto culo, me besó se agachó y me prodigó una magistral chupada que hizo que experimentara un orgasmo que casi me mata, ahí nomás me quedo extenuado en el piso, sobre una alfombra completamente regada con semen, duermo como tres hora y al despertarme me encuentro justo debajo de su flácida pija que bambolea libremente sobre mí, él me miraba todavía desnudo también, le doy unos besos a su flácido instrumento, me relamo, me levanto lo beso y me siento a su lado nos abrazamos y por el resto del día vemos tv, nos acariciamos y nos besamos.

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