En el micro

Nose como postearlo en relatos, esto es un morbo que siempre tuve. Pese a tener tocadas o apoyadas en algún bondi, subte o tren en un micro no pude más que clavarme una paja. Ahora el relato que espero disfruten lo vi por ahí y lo copio:

Siempre que viajo desde la Capital hasta mi ciudad de origen, ansío tener experiencias sexuales en el autobús y alguna vez pude cumplir mi fantasía.

Para las vacaciones de invierno, volvía yo a casa de mis familiares y como el viaje es largo lo realizo de noche para poder descansar. Cuando subí al autobús y busqué mi asiento, a propósito fui hasta bien adelante del coche y vine caminando hacia atrás, para poder hacerme un panorama de los demás pasajeros. En uno de los primeros asientos del frente estaba sentado un muchachito que me pareció más que interesante: trigueño, alto, flaco, de unos 25 años, con lentes oscuros y unos jeans ajustados que marcaron en seguida un prominente bulto en la bragueta. Al lado suyo estaba vacío, y en los otros dos asientos una pareja de viejitos.
Me senté en el asiento que me correspondía, que estaba más atrás y al lado mío viajaba una señora con un bebé (nada peor). Al rato de haber salido, el chico del primer asiento se cambia y viene más atrás para ver la película que pasaban. Como yo quería dormir y la peli me aburría, fui y me senté en la butaca vacía de adelante, al lado de donde había estado el chico. Me dormí un rato.

Como a la hora me despierto porque siento movimientos al lado mío y era el muchacho que volvía a su lugar. Se sentó, reclinó el asiento y levantó los brazos por detrás de la cabeza, dándome un espectáculo realmente hermoso de su cuerpo. Me di cuenta que todos dormían, y ya la película había terminado. Los dos viejitos de al lado incluso nos daban la espalda y roncaban de lo lindo. Entonces dije "¿podrá ser?"

Puse el brazo derecho sobre el apoyabrazos del medio y mi mano caía descuidadamente cerca del muslo del bombonazo que tenía al lado. Con cada movida del coche rozaba su pierna y cada vez dejaba la mano más cerca de él, hasta ponerla encima. Mientras yo me hacía el dormido, pero espiaba de reojo. En eso él se mueve para ver hacia atrás (se estaba cerciorando que detrás nuestro no haya nadie) y luego se acomoda mejor, casi de costado, de frente hacia mi y levantando descaradamente la pelvis. Yo dije ¡GUAU! ¡Genial! Así que abrí los ojos y llevé mi mano hacia el cierre de su pantalón. Sentí como algo caliente empezaba a crecer debajo de su ropa, así que le di un masaje para ayudarlo a ponerse duro. �?l comenzó a respirar un poco más fuerte.

Después él me tomó de la mano e hizo que lo apretara fuerte. Entonces sentí bien dura su verga, y no me contuve: bajé su cierre y metí mi mano. Rápidamente me encontré con su enorme pija que luchaba por salirse del bóxer; la saqué y empecé a masturbarlo. Era una verga bien oscura, dura, como de 23 cm., bien gruesa, en fin, ¡como adoro ese tipo de vergas! �?l cerraba los ojos y suspiraba, hasta gemía muy bajito. Así que me decidí a agacharme sobre él y meterme ese pedazo duro de carne en la boca. Primero llevé bien hasta abajo la piel y luego con la punta de la lengua fui describiendo círculos alrededor de ese garrote caliente, hasta que entró en mi boca y llegó hasta mi garganta. Entonces lo saqué haciendo ventosa y luego de nuevo hasta el fondo. Sólo paraba para tomar un poco de aire. Ya no me interesaba que alguien nos viera, estaba enamorado de esa verga.

En un momento él me tomó de los pelos y empezó a cojerme la boca con fuerza, metiéndola hasta el fondo, hasta que en una de sus embestidas sentí como un gran chorro de semen pegó en mi garganta, porque la tenía toda metida en mi boca y comencé a tragarlo todo. Fue hermoso. Después de limpiarle bien la pija, la guardó y dormimos casi abrazándonos. Dormí tan bien que no me di cuenta en cuál de las paradas bajó.

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